La muñeca descuartizada, sucia, ajada y vieja está sobre la mesa, sentada no alcanza los 30 centímetros de altura.
Con su pollera de tul y puntillas, lo que en algún momento fue un vestido es hoy la reliquia de una época, en la que los juguetes eran miniaturas de la realidad.
Su brazo derecho partido a la altura del hombro y separado de su cuerpo deja al descubierto los interiores de la muñeca.
Sus medias sucias (también con puntillas) y manchadas de humedad cubren las formas de un pie similar al de un bebe de tres meses. Donde debiera estar la cabeza: nada.
Decapitada, pero con visibles rastros de premeditación en el hecho.
No hay golpes ni roturas en su torso. Esto no ha sido un accidente. Alguien ha decidido no ver más su rostro y quito su cabeza de allí.
Con su pollera de tul y puntillas, lo que en algún momento fue un vestido es hoy la reliquia de una época, en la que los juguetes eran miniaturas de la realidad.
Su brazo derecho partido a la altura del hombro y separado de su cuerpo deja al descubierto los interiores de la muñeca.
Sus medias sucias (también con puntillas) y manchadas de humedad cubren las formas de un pie similar al de un bebe de tres meses. Donde debiera estar la cabeza: nada.
Decapitada, pero con visibles rastros de premeditación en el hecho.
No hay golpes ni roturas en su torso. Esto no ha sido un accidente. Alguien ha decidido no ver más su rostro y quito su cabeza de allí.
Lorena Farah (Descripción)
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